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No puedes atender todas las demandas, da igual cuánto tiempo gastes o cuánto te esfuerces. Debes aprender a ignorar las tareas que no son suficientemente importantes

 

El consejo que nos suelen dar cuando tenemos muchas cosas que hacer es priorizar: primero lo urgente y lo importante y después lo demás hasta completar tus tareas. Pero, aunque suele ser un buen comienzo, llega un momento de tu carrera en que eso no es suficiente porque la lista de cosas que hacer es tan larga que ni siquiera priorizando llegarás a hacerlas todas. Por eso, algunos expertos recomiendan sumar un paso más a esta ecuación: aprender a decir que no a las cosas a las que sabes que no podrás llegar. Pero antes es imprescindible darte cuenta precisamente de que hay tareas a las que no podrás llegar.

Ordenar por importancia todos los quehaceres que tienes pendientes implica que sigues pensando que todos merecen tu tiempo y atención y que es solo cuestión de horas y esfuerzo completarlos. Clientes que esperan que estés disponible, otros empleados que necesitan que les atiendas y resuelvas sus inquietudes, una bandeja de entrada repleta de mensajes de estas mismas personas (y de tantas otras) y una lista interminable de tareas pendientes. Para agravar esta situación, es importante hacer tiempo para tu familia y amigos, hacer ejercicio y otras necesidades personales.

Nuestro tiempo y recursos mentales —como la atención— son finitos y limitados. Llegará un punto en que las demandas laborales te abrumen y no podrás satisfacerlas, da igual cuánto tiempo inviertas o cuánto te esfuerces. Esta situación laboral puede llevarte a sentir malestar psicológico como estrés o la sensación de que siempre vas a estar demasiado ocupado e incluso pensamientos que afecten a tu autoestima como «no soy capaz de acabar con todo».

Para llegar a ser realmente productivos, sobre todo cuando comienzan a ascender, los trabajadores deben entender la necesidad de elegir no hacer algunas de sus tareas. La clave es filtrar, delegar, aprender a decir que no. Es necesario ignorar activamente el gran número de obligaciones que no son suficientemente importantes para dedicarles nuestros recursos y entender que tomar estas decisiones también forma parte del puesto de mando en el que nos encontramos.

Ya, pero ¿eso cómo se hace?

Lo primero es aprender a cambiar el punto de vista para que los pensamientos que nos suelen agobiar —»tengo mucho por hacer y pocos recursos para resolverlo»— no se conviertan en estrés. «Deberíamos cambiar nuestra perspectiva y entender la bandeja de entrada a rebosar, la lista interminable, la fila de personas que esperan a ser atendidas como signos de que la gente quiere nuestro tiempo y atención», explica Ed Batista, coach e instructor en la Escuela de Postgrado de Negocios de Stanford en HBR. «No buscamos una bandeja de entrada puesta al día, sino vacía de todos los mensajes verdaderamente importantes. No necesitamos llevar a cabo todas las conversaciones pendientes, sino que no haya personas verdaderamente importantes con las que aún no hayamos hablado».

Para poder filtrar en estas situaciones hay algo esencial: tenemos que tomar decisiones. Decidir quién y qué es más importante o urgente y qué cosas delegamos o retrasamos. Esto implica un aspecto emocional que está vinculado con la responsabilidad de tomar estas decisiones. «Filtrar tiene un aspecto emocional muy importante, no solo es cognitivo», explica Batista. Ignorar activamente las cosas y decir que no a las personas genera una gama de emociones que influyen en nuestras elecciones y comportamiento. «Esto es precisamente lo que hace tan difícil filtrar», añade. Ser consciente de estas emociones es el primer paso para aprender a gestionarlas.

Batista también recomienda cambiar las herramientas que utilizamos para gestionar nuestro trabajo. Gastamos grandes cantidades de energía en gestionar el tiempo y la productividad personal.  Uno de los puntos en el que los expertos están de acuerdo es en que hay que dejar de llamar gestionar el tiempo a lo que en realidad debería ser gestionar el flujo de trabajo, es decir, descubrir cómo de productivo puedes ser, cómo se estructuran las tareas, cómo se sincronizan y cómo fluye la información. Jordan Cohen, otro experto en productividad y autor del libro Make time for the work that matters lo compara con la comida: «No es lo mismo hacer dieta que estar sano». De la misma forma, puedes prestar más atención a la gestión del tiempo que estás haciendo y no por eso ser más productivo. La clave está en ser consciente de que no puedes llegar a todo y decidir qué tareas atiendes y cuáles no.

 

Por

M. Victoria S. Nadal
Publicado en El Pais

La contratación de un plan de pensiones privado es el mejor modo de garantizar mantener nuestro poder adquisitivo cuando estemos disfrutando de nuestra jubilación.

La situación de la Seguridad Social es, sin duda, uno de los principales problemas económicos que nos afectarán en los próximos años. El sistema sufre un déficit casi crónico, y los jubilados de los próximos años o décadas se enfrentan a una sensible pérdida de poder adquisitivo.

Según la OCDE en 2050 casi un 40% de los españoles tendrá más de 65 años y una esperanza de vida de 83. Unas cifras incompatibles con el sistema público de pensiones.

La Seguridad Social española acumula un déficit de más de 18.000 millones de euros y la paulatina perdida de poder adquisitivo de los pensionistas se agrava cada año que pasa: Según los cálculos de Fondo Monetario Internacional (FMI), los trabajadores que se retiren en el presente 2017 tendrán ya un 30% menos de capacidad de compra, ya que la regulación sólo garantiza una revisión anual del 0,25%, y en el mejor de los casos nunca será superior al IPC más el 0,5%.

El envejecimiento de la población es un hecho innegable. La prolongación de la esperanza de vida hace además que los jubilados lo sean durante más tiempo, un desafío inabarcable para la seguridad Social y que asegura pensiones más bajas para quienes se jubilen en el futuro. La reforma en profundidad del sistema es un tema pendiente, pero los cambios aplicados ya en 2013 supusieron ya novedades y rebajas sustanciales, como el retraso de la edad de jubilación.

En 2019 entrará en vigor el denominado factor de sostenibilidad, de lo que resultara una mayor reducción del importe de las pensiones, al contemplar variables como la estimación de gastos e ingresos de la seguridad social y la esperanza de vida que quienes se vayan jubilando cada año. En 2022  se completará el cambio iniciado en 2013, así dentro de cinco años se tomarán como referencia los últimos 25 años cotizados para calcular el importe de la pensión. Lo que contribuirá a una pensión más baja, ya que los sueldos más altos suelen concentrarse al final de la vida laboral.

Tanto el Banco de España como el FMI se muestran reiteradamente favorables a que se incentive la contratación de los planes de pensiones privados, y la recta final de año suele ser el momento más frecuente de pararse a pensar en la jubilación que quedará tras la jubilación.

La conclusión es que la única solución que tenemos a nuestro alcance para garantizar el poder adquisitivo en la jubilación es la contratación de un plan de pensiones privado.

Las aportaciones que realices a tu plan de pensiones durante cada año suponen una rebaja en la base imponible de tu declaración de la Renta  de hasta 8.000€ al año.

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